La Responsabilidad Social Empresarial Durante La Pandemia
Durante toda la pandemia, en diversos escenarios, se ha discutido sobre si las decisiones de nuestros gobernantes han sido correctas o no. De hecho, se han elaborado encuestas de percepción para medir la aprobación de los ciudadanos acerca de las elecciones de diversos liderazgos políticos ante el virus que hoy nos tiene en confinamiento; ante esto pudiéramos seguir en la polarización, politización y en los señalamientos, pero lo cierto es que nuestras autoridades no estaban preparadas, aun cuando hubo tiempo. Sin embargo, como sociedad civil tampoco lo estábamos, ni las empresas ni las organizaciones sin fines de lucro ni las instituciones educativas, nadie y el resultado de no estarlo; además de las estadísticas en salud, educación y seguridad; lo podemos constatar en las pocas, pero contundentes evaluaciones de impacto económico; tema que en diferentes mediciones de percepción lo posicionan como la mayor preocupación actual de los ciudadanos.
Cómo no ser la mayor preocupación el impacto económico, cuando cada ciudadano en su cotidianidad y entorno inmediato es testigo del cierre total de comercios y la pérdida de ingresos familiares. Por si no fuera poco, el Banco de México estima hasta 700 mil empleos perdidos; por otro lado, el «Sondeo de las Afectaciones Económicas en los Hogares de Jalisco por el COVID-19» elaborado por el Instituto de Información Estadística y Geográfica, registró que el 67.1% de sus encuestados se han quedado sin una fuente de ingresos. Desde la perspectiva del sector empresarial, por ejemplo, el sector restaurantero informó que hasta abril se habían perdido 100 mil empleos; y la Confederación de Cámaras Industriales registró que, en abril de 2020, el 61.2% de las empresas han visto reducidos sus ingresos en más del 51%.
Aun cuando las miradas estén en las decisiones y acciones que tomen nuestras autoridades respecto a la mitigación de estos resultados; debemos preguntarnos si las empresas, sobre todo las grandes, no deberían estar asumiendo su co-responsabilidad en este asunto público. Cabe resaltar que se tiene registrado que las micro, pequeñas y medianas empresas; sobre todo las microempresas, han demostrado un mayor compromiso y han tomado diversas decisiones como endeudarse e innovar para no despedir a nadie ni cerrar por completo. ¿Pero qué ocurre con las grandes empresas? Lamentablemente hay un sector que pide descaradamente que se les salve por medio del aumento de la deuda pública y facilidades en impuestos, cuando dentro de sus filas se encuentran grandes deudores fiscales que, en palabras del presidente de la República, de pagar sus deudas podrían destinarse tres millones de créditos a micro y pequeñas empresas afectadas por la crisis económica y comprar hasta 40 mil ventiladores para atender a enfermos graves por la pandemia.
Al contrario de este infortunio de empresarios, existen aquellas empresas como Pisa farmacéutica que anunció un donativo de 200 mil kits de protección y 2.2 millones de hidratantes en Jalisco; Michellin que el 20 abril informó una donación de 30 mil cubrebocas y 192 litros de gel antibacterial para hospitales públicos en Querétaro; La empresa Natura que comunicó que cambiaría por el momento sus líneas de producción de perfumería y maquillaje para concentrar sus esfuerzos a la manufactura de artículos esenciales de higiene personal, alcohol y gel líquido; y Grupo Modelo que informó que entregó al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, la ampliación de la zona de primer contacto con pacientes con el objetivo de diagnosticar pacientes con COVID-19. Así también esta empresa creo una plataforma llamada “Ayuda un Restaurante” para aportar apoyos económicos a este sector.
Lo anterior solo retrata algunos ejemplos, si seguimos, seguro la lista aumenta; pero entonces, ¿Qué hace diferente a estas empresas que se solidarizan, innovan y proponen a aquellas empresas que sólo exigen su rescate financiero a costa de las finanzas públicas? Bueno un común denominador de estas empresas co-responsables fue que cada una cuenta con algún tipo de reconocimiento de Responsabilidad Social Empresarial.
Esto no quiere decir que son empresas con almas bondadosas y caritativas, sino empresas más conscientes de su organización, sus capacidades, su plantilla laboral y su entorno; lo cual, permitió una facilidad para convertirse en agentes proactivos en esta pandemia. En ese sentido, es importante aclarar que Responsabilidad Social Empresarial no es implementar campañas de buenas acciones ni brindar donaciones ni hacer caridad. Si no, “el compromiso consciente y congruente de cumplir integralmente con la finalidad de la empresa, tanto en lo interno como en lo externo, considerando las expectativas económicas, sociales y ambientales de todos sus participantes, demostrando respeto por la gente, los valores éticos, la comunidad y el medio ambiente, contribuyendo así a la construcción del bien común”[1]. Por lo tanto, se trata de empresas que buscan aumentar su rentabilidad y competitividad comprendiendo su responsabilidad con su dimensión económica interna, económica externa, social interna, sociocultural y política externa.
Más allá de distintivos o reconocimientos, lo cual no es negativo, se trata de apropiarse de los principios y valores de la Responsabilidad Social Empresarial e implementarlos en su desarrollo organizacional y operación. Ejemplo de esto es la empresa Gracia Bolsos que no cuenta con distintivo aparente, pero que se ha convertido en modelo al modificar sus líneas de producción a la fabricación de cubrebocas, lo cual le permitió no solo no endeudarse ni despedir a sus empleados, sino contratar a 15 personas más que trabajan desde casa.
Esto, nos puede dar señales de que el desarrollo organizacional del área de Responsabilidad Social Empresarial puede contribuir en tener empresas más competentes y maduras para afrontar dificultades como las que actualmente sufrimos. Así también, el incrementar el número de empresas en estos modelos de gestión y desarrollo organizacional, puede facilitar el desarrollo de fondos financieros para crisis; modelos de trabajo desde casa; diversificación de servicios; modelos de operación con reducción de capacidad instalada e incursión a las tecnologías digitales.
En conclusión, el modelo de desarrollo y operación de las empresas debe transitar a estos nuevos esquemas, debemos de entender que todos estamos inmersos en un entorno y nadie es ajeno a lo que ocurre o deje de ocurrir en él.
[1] El Concepto de Responsabilidad Empresarial. Pp. 4. CEMEFI, México.
Por: Eduardo Almaguer Ureña
Egresado de ciencias políticas y gestión pública por el ITESO, director general de la consultoría Ingenio Social y presidente de la asociación civil Civilidad Para Transformar A.C.
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